La cuestión es que cada vez que lo leo tardo una semana, quizás dos, ayer lo termine después de un día y me dio, me lo devoré. Me devoré 290 páginas en menos de 48 horas. No suelo hacerlo, pero ayer lo hice. Y llámenme loca o como se les antoje pero si lo siguiente no les pasa a alguno de ustedes (y no se a quien le estoy hablando), bien entonces, sáquenme un turno con un psiquiatra o intérnenme en un manicomio cercano de mi casa para que mis familiares puedan ir a visitarme si es de su agrado, claro.
Me desvié, retomemos, esto me pasa siempre o casi siempre: al terminar de leer un libro, la angustia me invade, quiero seguir leyendo, quiero que esa historia nunca termine, –Loca, cómprate otro libro y no jodas más- que dure para siempre, que me dejen leer por siempre. No quiero otro, quiero ese libro y que dure forever (digo lo mismo con cada libro que leo). Lo sé, tengo algún que otro trastorno psicológico, también se que no quiero ir a un psicólogo. Ayer le dije a mi mama que necesitaba uno, cuando en verdad, odio los psicólogos.
Contradicciones. Hoy los odio, mañana son mi salvación, pasado no se que significa la palabra psicología, la semana que viene me olvido. Tengo odio hacia los psicólogos y médicos (sin embargo, no se si es odio). A los médicos más que nada porque me dan miedo, tienen manos frías o simplemente me ponen de mal humor, uno los visita cuando tiene algún problema o algún familiar, amigo o lo que sea, enfermo. Me traen malos recuerdos, no me gustan y se que en algún momento, su titulo va a salvar mi vida (o no), pero por ahora prefiero seguir con mi terca postura. A los psicólogos, porque odio a la gente que habla y se cree que se las sabe todas o que las pasó todas porque estudio en una de las mejores universidades o porque leyó un par de libros sobre los problemas psicológicos que pueden llegar a desarrollar las personas. ¿Cómo podes aconsejarme con algo que no viviste, que no sentiste, que no sufriste? ¿Cómo me vas a entender? ¿Cómo experimentas lo que siento? Mis preguntas siempre son las mismas, nadie me las contesta y sin embargo alguna que otra vez, me gustaría charlar con un psicólogo y que me diga algo diferente a lo que me dice la gente, después de todo, vos estudiaste ¿no? Ahí lo tienen de nuevo, “odio a los médicos” “su titulo va a salvar mi vida” “odio a los psicólogos” “me gustaría charlar”.
Contradicciones. Josefina intérnate y deja vivir a los que quieran hacerlo. Así soy yo, amor-odio, paz, sigamos, odio-amor. Cinco segundos me hacen cambiar de parecer, bipolar, cuatro personalidades y una canción de Turf. A veces pienso y digo, pobre la gente que me escucha, que me habla, que se interesa por mí, que me llama para hacer algo, que me manda mensajes, que me habla por Messenger o me manda un mail, pobres, no saben en lo que se están metiendo. Soy una bomba a punto de explotar, hace años que estoy a punto de explotar, y el volcán se mantiene pasivo, tranquilo y en paz…
o por lo menos, por ahora.